El océano abarca todos los aspectos de la vida y la sociedad en el Caribe. Desde el ecoturismo hasta la alimentación de nuestros hijos, la conservación de este recurso natural es fundamental para garantizar un futuro próspero. Uno de los desafíos que enfrenta el entorno marino en el Mar del Caribe es el aumento del nivel de plásticos, principalmente la presencia de microplásticos, en sus aguas. Mis experiencias como miembro de una organización ambiental dirigida por jóvenes, Protect Our Future, me han llevado a darme cuenta de que los jóvenes son los principales agentes del cambio.
Debido a que el plástico es un producto tan nuevo y extendido, las estrategias para hacer frente a los residuos no se pensaron hasta después de que los residuos comenzaron a afectar el valor estético de nuestro entorno. Lo que quiero decir con valor estético es que cuando los plásticos ganaron su popularidad por primera vez, los desechos sólidos eran lo suficientemente pequeños como para no aparecer tirados en la calle o flotando a lo largo de los ríos, por lo que el problema se ignoró y así, su magnitud incrementó silenciosamente.

La mayoría de residuos que nuestro grupo encuentra durante la limpieza de playas derivan de islas circundantes a la nuestra, Gran Caimán. Esto demuestra que aunque decidamos vivir desconectados del resto del mundo, el océano siempre nos recordará nuestra interconexión. La suposición de que la mayoría de los humanos se consideran desconectados de la naturaleza no está demasiado alejada de la verdad. Esto se ha demostrado, una y otra vez, donde se ha recurrido a la comodidad del tecnocentrismo. Por definición, un tecnocéntrico es alguien que cree que los recursos de la tierra están aquí para ser tomados para el desarrollo humano y, en última instancia, la tecnología «salvará el día».
Aún así, al menos 14 millones de toneladas de plástico terminan en el océano cada año. Una conversación con personas que fueron testigos de la trayectoria de los plásticos reveló que tener que pagar por el agua, una necesidad de vida, es absurdo. En cambio en la sociedad actual, comprar agua en una botella de plástico de un solo uso es un hábito normal y aceptado.
La era de conveniencia que creó la invención del plástico a principios del siglo XX, se ha convertido en un problema de limpieza para los jóvenes. Nuestra mentalidad colectiva actual no tiene en cuenta el hecho de que el plástico no solo nos sobrevivirá a nosotros, sino que también sobrevivirá a nuestros nietos. Si tenemos alguna esperanza de prevenir la basura y la contaminación de nuestro entorno natural en el futuro, es necesario abordar la raíz del problema: la combinación del consumo excesivo de plástico con estrategias inaceptables de gestión de residuos sólidos.
La clave para afrontar este problema tiene dos vertientes, una es la prevención y la otra remediación. Un factor importante para prevenir el uso de plásticos es la transparencia entre el productor y el consumidor. La gran mayoría de las personas no tienen educación sobre la historia del plástico y, por lo tanto, no se dan cuenta del impacto de sus decisiones diarias en el futuro de este planeta. Aunque detuviéramos el consumo de plástico de un solo uso, aún sería necesario reponer los ecosistemas ya contaminados: remediación.
Según he visto, hay dos principales beneficios que impulsan la recuperación del entorno marino. La primera es la ausencia de incursión humana en los ecosistemas, permitiendo que el océano restaure su equilibrio natural. En segundo lugar, la mayoría de los esfuerzos de remediación atraen la ayuda de la comunidad, lo que sin quererlo aumenta la conciencia sobre el desafío. En los últimos años, las limpiezas de playas en las Islas Caimán han eliminado más de 32 toneladas de plástico de nuestras playas. Así, cientos de personas han donado su tiempo y aprendido, de primera mano, el impacto de esa pajita o botella que usan. Si pudiera dar un consejo a la Comisión Europea sería que no subestime el poder de la educación medioambiental comunitaria.
Este año se celebró el One Ocean Summit en febrero para enfrentar los problemas marinos actuales de cara a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Océano, que tendrá lugar en junio de 2022 en Lisboa, cuyo propósito es evaluar el logro de las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 ( ODS14). La cumbre destacó los vínculos entre nuestro océano, el clima y la necesidad de proteger la biodiversidad, como nos recordó el presidente de Palau, Surangel Whipps Jr.: “[el océano] necesita una respuesta global, acciones audaces, financiación accesible, asociación equitativa para permitir que las comunidades construyan Resiliencia». Palau es el ejemplo perfecto de una nación que asume la responsabilidad de su explotación de los recursos oceánicos y cambia su estilo de vida para estar en sintonía con la naturaleza y sus sistemas, ganando estabilidad económica y prosperidad a largo plazo. En 2015, el gobierno de Palau anunció la drástica decisión de nombrar santuario marino al 80 % de sus aguas, en respuesta a los efectos económicos de la sobrepesca. El resultado fue que las poblaciones de peces de la zona de no pesca se volvieron tan saludables que se extendieron a áreas donde la pesca estaba permitida, impulsando tanto el turismo como las industrias pesqueras con la abundancia de peces. La conclusión de esto es que cuando implementamos la legislación adecuada y damos tiempo para que los ecosistemas se regeneren, todos ganamos.
La sobre-explotación ha despojado al océano de su título como santuario y lo ha reemplazado por vertedero. El informe del ONU publicado en 2020 reveló que solo el 3% de las áreas marinas son libres de interferencia humana. Esto quiere decir que el 93% de la superficie marina de nuestro planeta está afectada por la pesca industrial o la escorrentía de fertilizantes que ya han creado 400 «zonas muertas», afectando a un área del tamaño del Reino Unido. Si queremos asegurarnos de que haya un futuro próspero para nuestros hijos, debemos cooperar. Como dijo la presidenta del Commision Europea Ursula von der Leyen abarcan este desafío: «Nuestra misión de proteger el océano debe ser tan grande como nuestra responsabilidad».
Recatado por Chiara Subiotto.